Maricel Nowacki
Artista visual
Buenos Aires, Argentina
Trabajo principalmente en pintura, textos e instalaciones textiles. Me pregunto sobre los mecanismos de las cosas, las distancias entre los discursos y los objetos, entre lo virtual y lo matérico como fuerzas en oposición.
La obra de Maruki Nowacki rememora desde el título un pasaje de transformación: en Real, absurdo, irreal (de su primer muestra individual Soñé que me rapaba, me convertía en varón y desfilaba con un papel entre los dientes) no puede determinarse un carácter preciso. El orden de su mundo es indiscernible: la mano blanca momificada, dura y pesada, encalla cubierta de cal en una estructura etérea dejando un pase leve y no muy claro entre lo físico y lo químico, entre lo amorfo y lo antropomorfo, entre lo pasivo y activo, lo metafórico y concreto. Cuesta definir incluso si la voz de la artista contiene cierta alegría extraña. Si nos guiamos por sus delicados paneles y ropas tendidas pueden deducirse pieles femeninas, algo de Eva Hesse procesando al fin las evocaciones lábiles del pop, algo de Meret Oppenheim en la simpleza iconoclasta del surrealismo cotidiano.
Curaduría: Guadalupe Creche y Martín Legón.
—Exhibición colectiva en Barro, 2019.
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La obra de Maruki Nowacki rememora desde el título un pasaje de transformación: en Real, absurdo, irreal (de su primer muestra individual Soñé que me rapaba, me convertía en varón y desfilaba con un papel entre los dientes) no puede determinarse un carácter preciso. El orden de su mundo es indiscernible: la mano blanca momificada, dura y pesada, encalla cubierta de cal en una estructura etérea dejando un pase leve y no muy claro entre lo físico y lo químico, entre lo amorfo y lo antropomorfo, entre lo pasivo y activo, lo metafórico y concreto. Cuesta definir incluso si la voz de la artista contiene cierta alegría extraña. Si nos guiamos por sus delicados paneles y ropas tendidas pueden deducirse pieles femeninas, algo de Eva Hesse procesando al fin las evocaciones lábiles del pop, algo de Meret Oppenheim en la simpleza iconoclasta del surrealismo cotidiano.
Curaduría: Guadalupe Creche y Martín Legón.
—Exhibición colectiva en Barro, 2019.
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